Uno de los procedimientos de odontología más comunes, y a los que muchos pacientes suelen temerle, es el famoso tratamiento de conductos o endodoncia, un tratamiento cuyo objetivo es reparar y salvar una pieza dental en vez de acudir a la extracción.
Este tipo de tratamiento se lleva a cabo, generalmente, en varias sesiones en que el dentista realiza una limpieza de los canales dentro de la raíz del diente.
Un tratamiento conducto se necesita cuando una pieza dentaria presenta una caries muy profunda o penetrante que afecta la pulpa dentaria o como consecuencia de un traumatismo. En estos casos, la forma de mantener la pieza dentaria, es efectuando este tratamiento.
¿En qué consiste el tratamiento de conductos?
A modo general, lo que hará el especialista, es remover el nervio o pulpa, limpiando los conductos de manera de retirar de ellos todo resto pulpar que pueda dejar bacterias. Posteriormente, estos se sellan con medicamentos especiales.
Sólo un endodoncista puede determinar si es el tratamiento conducto es la solución apropiada para el problema del paciente.
Hay ciertos síntomas que pueden ayudar a identificar si el problema dental va por el camino de necesitar un tratamiento conducto:
· Dolor de dientes con una intensidad de mediana a grave, disminuyéndose o intensificándose durante el día.
· Dolor que empeora sólo al morder con el diente.
· Sensibilidad prolongada a líquidos o alimentos calientes.
· Encías hinchadas alrededor del área con problemas.
¿Duele el tratamiento conducto?
La respuesta es NO. Los avances dentales y anestésicos locales han permitido que hoy sea muy poco o, prácticamente, nulo el dolor o molestia que se siente en el diente, lo cual hace décadas era completamente diferente.
Clínica Everest recomienda, para evitar en lo posible someterse a este procedimiento, mantener una buena higiene bucal y visitar al dentista con regularidad.
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